jueves, 22 de octubre de 2015

Arriba, abajo.

Ahí me veía. Tirada en el suelo de cualquier habitación. 
De reojo divisaba un reflejo y mi mejilla trataba de hacerse una con él. Estaba helado, y eso me reconfortaba, su solidez me aportaba la estabilidad que en aquellos momentos necesitaba.
 Allí me encontraba, donde iban a morir las altas torres. Donde quedan los escombros aun vibrantes por el recuerdo del estruendo que provocó la caída. Parece que aún tienen vida. Si guardas un silencio sepulcral puedes escuchar como el viento se cuela entre los recovecos de las ruinas...y respiran. Son inhalaciones suaves y exhalaciones tímidas que dicen, "aún toco el cielo", porque es torre, en lo más bajo pero torre.
Cerré los ojos queriendo ver por encima de las nubes y me vi asomando la cabeza por el tártaros.
- "Pobre invidente insensata, que tan arriba querías alzarte y sin pausa has dado la vuelta. ¿sabes do te encuentras?"
Sonrió uno de mis demonios. 
"-Abajo." Pensé encogiéndome de hombros sin mirarle.
"¿Y que es abajo?"
Dude. Mire mis pies por encima del suelo. Y cuando mi mente cobro lucidez, atravesando la tierra, me escupió el cielo. 

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