miércoles, 28 de octubre de 2015

Aunque se esconda el sol

No tienes ni idea. Es algo que desconoces, por eso te lo cuento. Déjame refrescarte la memoria, porque no lo recuerdas.
Claro que no lo recuerdas.
Eras sin limites, siempre plácido en el vacío formando parte de un todo. Nada dolía, desconocías de lo desagradable, pues entero eras la dicha de la que goza un niño que conoce un poquito de nada, y así sin avisar, te arrancaron de raíz para meterte en una maceta demasiado estrecha donde es imposible moverse a tu gusto. Así es como te encuentras ahora, esa forma te cohibe. Ya no estas en ese espléndido y amplio bosque donde no existían fronteras.
Es así, te destierran y no dan respuesta alguna, solo puedes especular sobre el motivo cuando no le encuentras un sentido lógico a esa maravilla que es respirar. Estar vivo y carnal. 
Hay quien se enfurruña, y esta demasiado ocupada pensando en su mala suerte como para quitarse la venda con la que venimos...bueno, aquí. Sienten miedo al pensarse solos, a sus ojos unos padres despreocupados los han abandonado. 
Y no pueden estar más equivocados;
Durante todo el trayecto, si dejas de escuchar con los oídos del cuerpo, va a retumbar tu alma al son de las pisadas de un ejército a tus espaldas. Tantos miles de soldados luchando en una cruenta batalla, muriendo por no dejarte morir en soledad.
Y qué si no los puedes ver.
Se con certeza que ahí están como cuando yo y todos nosotros éramos en el cosmos. Yo no me veía a mi misma, pero si, lo sabia, sabia que existia. Es como cuando el sol se pone en una noche de verano. Notas su calor, sudas bajo su abrazo. Él se ha escondido tras un tupido velo, y aún así, su inmensa luz rebota en la luna, da constancia de que no te abandona... Aunque tú, niño sordo y ciego, te desentiendas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario