Mueren los gallos y en el cielo prenden velas por su
entierro.
No queda más que las cenizas de un día marchito junto a
la ventana
Aun brillante
Quemándome con el reflejo de sus guardianes barrotes de
hierro,
Captores del retazo de una sutil estela que ya es luz
lejana
Luz errante
Como el recuerdo que va y viene de tu silueta
que me abraza sin dar consuelo haciéndome sentir más tuya
que mía
en el vacío de tu ida sin anhelante vuelta
Sin más remedio que pensar en que quizás mañana… serás
otro día.
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